En el verano de 1958 dos amigos aficionados al excursionismo, Juan de Dios Rubio Guzmán y José Luis Torres Gallegos, emprendieron un viaje a pie de siete días de duración por tierras alpujarreñas. Iniciaron la marcha a las cuatro y media de la tarde del día veinte de agosto, recorriendo en el Tranvía de la Sierra los veinte kilómetros de ferrocarril tendidos treinta y cinco años antes por empeño del duque de san Pedro de Galatino, y tras subir, ya a pie, a la cumbre del Mulhacén, visitaron Trevélez, Juviles, Lobras, Nieles, Cástaras, Ferreirola, Busquistar, Pórtugos, Pitres, Capileira, Bubión, Pampaneira, Sopotújar, Carataunas, Bayacas, Órgiva y Lanjarón, donde uno de los caminantes tomó la Alsina, el autobús de línea tan vinculado a La Alpujarra desde los años 1940, y el otro continuó a pie hasta Dúrcal para coger el tranvía. Ya en Granada volverían a reunirse para comentar el periplo y celebrar su fin tomando unas cañas como punto final de la aventura.
Escribieron sendos relatos del viaje, publicados cincuenta años después en la web del club excursionista Senderos de Andalucía. En los recuadros siguientes está lo que escribió cada uno de los caminantes sobre su paso por Cástaras y alrededores y una fotografía tomada en aquella ocasión.
[...] continuamos y llegamos a Nieles sobre las 6,30. Tomamos otra gaseosa y proseguimos hacia Cástaras, encontrándonos en el camino con un hombre en caballería que se bajó de ella y se empeñó en que echáramos los macutos en la yegua. Fuimos conversando con él y muy pronto llegamos al pueblo, maravillosamente situado, entre peñascales y grandes rocas, siendo uno de los más bonitos pueblos visitados. Recorrimos el pueblo que dispone de carretera, bebimos vino con sus vecinos y allí pernoctamos en una posada por la módica cantidad de siete pesetas.
Los pueblos recorridos en el día de hoy, generalmente no son muy ricos, no tienen carretera Lobras y Nieles, ni luz eléctrica tampoco. Cástaras tiene instalación pero debido al estiaje tampoco disfruta de ella. Nos hemos encontrado tres minas de cinabrio, dos de ellas abandonada la explotación y una en funcionamiento exiguo y por poco tiempo. Están situadas en sitios mal comunicados y, por lo visto, resulta antieconómica su explotación, a más de no ser filones de mucha importancia. Estos terrenos se caracterizan por ser intensamente rojos.
En tanto bebíamos vino con los vecinos de Cástaras, pudimos enterarnos que por estos contornos, y sobre todo en Cástaras, abunda mucho la siembra clandestina de tabaco pese a lo perseguido que está y las cuantiosas multas que se imponen todos los años. Debido a esto, por algunos de estos sitios nos han preguntado que si teníamos algo que ver con los carabineros, no concibiendo que por gusto pudiéramos hacer este recorrido, máxime por estos pueblos que, según ellos, son ignorados por todos.
En Nieles celebraban a los dos días las fiestas del patrono, San Bartolomé, con comedias y otras pocas y pobres diversiones; nos encontramos a un hombre que resultó ser el encargado de hacer carne en estos días, vendiendo la de choto a treinta pesetas el kg.
El sábado 23 partimos por la carretera desde Cástaras, pasando por las Minas Negras, donde explota mineral de hierro y por lo visto en gran cantidad, siendo al parecer importantes, dada la cantidad de personal contratado y la maquinaria empleada. También se las conoce como Minas del Conjuro y disponen de un cable aéreo que transporta el mineral extraído a través de Órgiva y Rules al puerto de Motril donde se embarca para su laboreo. En estas minas según pudimos observar el filón se encuentra a cielo abierto.
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Juan de Dios RUBIO GUZMÁN: Semana de vida bohemia en
La Alpujarra. Granada, 1958. [en línea].
Disponible en:
http://senderosdeandalucia.com/senderos/noticias/pdf/RelatoAlpujja1958.pdf
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Al salir de Lobras encontramos un pastor que nos invitó a que comiéramos algunos higos de aquella finca. Mientras probábamos aquellos deliciosos frutos hablamos sobre las altas cumbres y sus vericuetos que aquel pastor había recorrido en su juventud. Poco después, ya en la bifurcación de caminos entre Tímar y Nieles, avanzó hasta nosotros lo que nos pareció en un principio un labriego, que no era tal, era, y aquí fue la sorpresa, un amigo de Juan de Dios, aborigen de Tímar, llamado Serafín García.
Después de corta conversación, nos invitó a pernoctar en su casa de Tímar, pero nosotros por no alterar nuestro horario, preferimos seguir a Nieles.
Nieles, situado a media ladera del monte que veníamos bordeando desde hacía un cuarto de hora de haber dejado a Serafín, lo encontramos en plenos preparativos de las fiestas de su patrono San Bartolomé. De todo esto nos enteramos en la tasca donde entramos a refrescar nuestra pobre garganta reseca por el calor y el polvo. Si he de decir la verdad, nosotros nada preguntamos, de todo nos informaron varios hombres que allí entraron, creo que más que a beber y charlar, a contemplarnos y enterarse quienes éramos.
Nos enteramos de las comedias que se celebrarían,de la procesión, del precio de la carne y otros cuantos detalles, que debían ser el sumum de diversión de aquel pueblo escondido y sin otra comunicación que caminos de herradura.
Nada más salir del pueblo nos alcanzó un natural de allí, que se dirigía igual que nosotros a Cástaras, aunque él para traerse al párroco. Hay que decir aquí que aquel sacerdote tenía a su cuidado ambos pueblos, cosa muy frecuente en esta zona escasa de sacerdotes y con pueblos cercanos. Pues bien, a lo que íbamos, aquel individuo se empeñó en subir a su yegua, que era un buen ejemplar de su raza, nuestros macutos. Nosotros, nos resistimos en un principio, pero ante su empeño y por no ser descorteses, consentimos en complacerle, lo cual después de todo no nos vino mal. Por el corto y cómodo camino (dentro de lo que cabe), llegamos a Cástaras cuando se ponía el sol.
Bien poco hay que contar de este corto paseo. Charla amable, un cigarro como es ritual y el haber dejado atrás unas minas de mercurio en vías de paralización fue todo, hasta llegar a la bien cuidada ermita que hay a la entrada del pueblo. Después, la despedida de nuestro servicial acompañante frente a la Iglesia, en la plaza, y la instalación en una rústica posada.
Nuestra breve estancia en Cástaras fue como sigue: Ya era noche cerrada cuando nuestros pasos se dirigían en busca de una taberna a beber unos vasos de vino antes de cenar. Entramos, luz de candil, en este pueblo no hay luz eléctrica, media botella de vino tinto con su caña, cambio de impresiones. A poco de estar allí comenzaron a entrar algunos parroquianos. La conversación se generaliza; tema: chismes del lugar. Nos enteramos entre chascarrillos y risas que a fulano le impusieron una multa por cultivo clandestino de tabaco, a zutano no lo cogieron por suerte y otras cosas por el estilo. Hemos de comentar el hecho de que en todos estos pueblos nos confundieron con inspectores encargados de denunciar cultivos clandestinos de tabaco. era curioso observar con que suavidad comenzaban a preguntarnos por nuestra llegada a aquel lugar. Nosotros, como es natural, y ya sobre aviso, nos adelantábamos a relatar nuestro fin viajero y, entre el relato y la indumentaria, les terminábamos por convencer. Ya, ellos tranquilos, soltaban las lenguas y nos enterábamos de todos los que tenían sembrado tabaco. !Ah!, si de verdad hubiéramos sido lo que ellos creían, que buena relación de multas hubiéramos llevado a nuestros superiores.
Pero no, afortunadamente no lo éramos y digo por fortuna, porque sus relatos nos entretenían, mejor, nos divertían. Así pasamos el tiempo, entre la charla y el correr las botellas de mano en mano en el nutrido corro reunido ante una mesa con tomates jugosos y frescos, sazonados con sal, que alguno de aquellos buenos lugareños trajo de su casa sin que su mujer se diera cuenta, dijo muy en secreto. Son las diez; empieza la retirada hacia la comida de la noche, nosotros hasta nuestro "hotel", la cena fría y seca y la no muy blanda cama. Mañana nos espera una larga jornada.
Sábado 23.- Amanecimos en la susodicha no muy blanca cama pero que a pesar de ello cumplió su cometido de darnos el descanso que necesitábamos. Ya con la luz del día pudimos contemplar mejor el pueblo. Construido al borde de un barranco, parecía colgar del aire. Indudablemente fue uno de los que más nos agradó de todos los visitados.
Después de las acostumbradas fotos, la compra del pan y el pago de las ocho pesetas "per cápita" que nos costó el dormir, emprendimos la marcha por la carretera de Almegíjar, que en aquel pueblo termina, o, mejor, que allí ha sido interrumpida su construcción.
Aproximadamente a los 3 kms. de marcha llegamos a las minas de hierro del Conjuro (tierras negras como son conocidas vulgarmente). En ellas se explota el mineral a cielo abierto y parece haber gran actividad, por la cantidad de camiones, tipo Pegaso, que transportan el material a través de los caminos abiertos en el monte. Una línea aérea de vagonetas lleva el mineral hasta Rules, en la Sierra de Lújar, punto desde el cual es llevado por carretera al puerto de Motril para su embarque.
Desde el punto donde nos encontramos se divisan entre el verdor de los montes los blancos pueblos que habíamos de recorrer aquella tarde: Busquístar, Pórtugos y Pitres.
[...]
José Luis TORRES GALLEGOS: Recorrido Alpujarras altas. Granada, 1958. [en línea].
Disponible en:
http://senderosdeandalucia.com/senderos/noticias/pdf/RelatoAlpujja1958.pdf
La clásica vista de Cástaras desde el Camino nuevo, tomada la mañana del sábado 23 de agosto de 1958. (Cortesía de Juan de Dios Rubio).
Además de en la web de Senderos de Andalucía, en la de Nieles se encuentran ambos relatos completos y varias fotografías de otros lugares tomadas durante el viaje.
Copyright © Jorge García, para Recuerdos de Cástaras (www.castaras.net), y de sus autores o propietarios para los materiales cedidos. |
Fecha de publicación: |
1-1-2008 |
Última revisión: |
3-05-2023 |