Curiosa guía publicada en febrero de 1992, que se sale de los cánones habituales en este tipo de publicaciones, sobre todo en sus ilustraciones, constituidas por un inserto con ocho hojas de diferente papel conteniendo veintiuna fotografías a color de los coautores Agustín García Martínez y Eugenio García Aguilera, y diez cedidas por Roberto Travesí. El resto del cuerpo ilustrativo, distribuido en las restantes páginas del libro, está integrado por dibujos de plantas y animales propios de la flora y fauna alpujarreña, y diversos croquis, a nuestro parecer muy bien trazados, representando la situación de La Alpujarra, sus montañas, arroyos y quebradas, clima, vegetación, y las rutas propuestas.
Tras una brevísima introducción, se describe la comarca, tratando de los diversos atributos que la caracterizan, incluyendo el oscuro origen del topónimo, las vías de comunicación, geología, climatología, bioclima, vegetación, zoología, historia, arquitectura, artesanía, folclore, gastronomía y fiestas. Los capítulos aunque escuetos son enjundiosos, contiendo acertadas observaciones. Sin embargo ocasionalmente los autores incurren en tópicos crónicos, como el de considerar que La Alpujarra fue un edén en los tiempos de hegemonía islámica.
Continúa la guía proponiendo dieciocho recorridos por los senderos de la comarca, cada uno de ellos ilustrado con su correspondiente croquis. El número 12, reproducido completo más abajo, describe un descenso desde el Portichuelo hasta Cástaras, con abundantes comentarios sobre la fronda que se ofrece al paso del caminante. Concluye el recorrido con una mínima referencia al pueblo para destacar la calma que reina en él, su apartada ubicación y la iglesia. No queda claro si los autores se refieren al templo parroquial o a la propia aldea cuando aluden sus colores desvaídos y bellos rincones.
Finaliza la excursión mencionando la rara planta lavatera oblongifolia, o malva de La Alpujarra, joya botánica que crece en suelos pedregosos y calizos del ecosistema castareño.
Para terminar esta insólita guía de La Alpujarra, sus creadores han incluido en ella una relación de alojamientos, un breve glosario con algunas palabras de uso exclusivo en la comarca, un inventario con nombres científicos de muchas plantas citadas en en el texto, una relación de los mapas utilizados o propuestos, y una pequeña lista de obras sobre La Alpujarra y Sierra Nevada en el epígrafe bibliográfico.
Recorrido N° 12
PORTICHUELO DE CÁSTARAS - CÁSTARAS.
CLAVE:
* Mapas: Mapa I.G.N. 1:25.000 Los Bérchules.
Mapa militar 1:50.000 Lanjarón.
Mapa montañero 1:50.000 de S. N.
* Epoca recomendada: Primavera.
* Duración: Unas 3 horas.
* Agua: Una buena fuente a mitad de camino.
* Dónde dormir: En el pueblo.
Para realizar esta excursión partimos del Portichuelo de Cástaras, situado en el empalme de la carretera que va a las minas de hierro del Conjuro. En este empalme hay un cortijo abandonado con un cerezo. Desde aquí tendremos que bajar unos metros hasta llegar a un castaño solitario, y tomar allí mismo un carril abandonado que transcurre entre unos enormes y densos matorrales de cantueso y bolinas, hasta llegar a unos chopos donde el carril termina.
Seguimos llaneando en dirección hacia los primeros cortijos. Pasamos por ellos y llegamos hasta otro segundo grupo de cortijos donde hay unos magníficos huertos de fresas. Allí tomamos de nuevo otro carril que nos va llevando por entre otras casas con huertos de fresas, frambuesas, etc... hasta llegar a un arroyo con una hilera de altos chopos, que atravesaremos hasta llegar al próximo cortijo, donde tendremos que dejar el carril y tomar un camino que nos lleva al próximo barranco, seco al principio, por el que descenderemos mediante un buen camino que nos llevará hasta una especie de oasis verde donde encontramos un nogal y al pie una alberca. Un poco más abajo descubrimos una magnífica fuente de alto caño y de aguas frescas a la sombra de una maraña de zarzas, madreselvas, sauces y enormes chopos que se elevan, altos y esbeltos, llenos de gracia y señorío, desde este lugar húmedo y frondoso.
Continuamos por el camino que parte a la izquierda del caño de la fuente, salimos de este Eden y bajamos por el lado izquierdo del barranco, hasta llegar al lado de un cortijo semiderruido, poco más abajo del cual nos acompaña una acequia hasta el siguiente cortijo. Seguimos nuestro paseo y ahora vamos por entre un bosque de encinas con sotobosque de aulagas, tomillos, romeros, torvizcos, lavandas. Descendemos, y a nuestra derecha corren las aguas entre el frondoso bosque de chopos, sauces y fresnos. Así llegamos hasta un punto en el que el camino pasa próximo al agua del barranco; allí tendremos que torcer a la izquierda, para pasar entre el bosque de encinas y algunos cultivos de almendros, hasta otro barranco por el que baja un camino zigzagueante entre unos olivos que ya nos irán acompañando hasta el otro valle verde, donde otra enorme hilera de chopos se yerguen a Io largo y van indicando el cauce del río que va por el Barranco de Fuente Medina. Continuamos caminando y llegamos al barrio alto de Cástaras, el cual se encuentra al abrigo de unos farayones [sic] calizos que se sitúan en la dirección N. y N.W. y en los que cuelgan algunos ejemplares de encinas. Debajo de estas rocas, los olivos se extienden hasta el pueblo y lo abrazan a ambos lados, al igual que los dos barrancos que bajan a juntarse por debajo del pueblo para unir sus aguas y llegar juntos hasta el Guadalfeo. A lo largo de los dos barrancos, corren frondosas hileras de altos chopos. Fuera de estos barrancos por los que fluye el líquido elemento, el aspecto del paisaje es más bien árido. Desde el pueblo y en dirección sur, se observa La Contraviesa con sus almendros y sus viñas.
Es este un pueblo con una magnífica iglesia de colores desvaidos y bellos rincones; un pueblo un tanto apartado y donde reina una calma absoluta. Muy cerca de Cástaras se encuentran manantiales de aguas sulfurosas y un refugio de montaña. En los alrededores de esta localidad podemos encontrar una curiosa planta, Lavatera oblongifolia, que a primera vista parece sacada de un parque, por parecerse a una gran altea o malva de jardín. Esta planta de vistosas flores de color rosado es endémica de esta parte de La Alpujarra.
Agustín García Martínez, Eugenio García Aguilera, Margarita García Domínguez: Andar por La Alpujarra, Madrid, Acción Divulgativa, 1992; pp. 124 - 126.
Copyright © Jorge García, para Recuerdos de Cástaras (www.castaras.net), y de sus autores o propietarios para los materiales cedidos. |
Fecha de publicación: |
27-7-2007 |
Última revisión: |
27-04-2023 |